-"Los charros son los cowboys mexicanos, hombres viriles con enormes sombreros. Les hice venir para una escena en la que se suponía que tenían que bailar entre ellos y con otros hombres, llevando todos máscaras antigás. ¡Un baile de disfraces con 300 parejas gays! Un charro me apuntó en el pecho con una pistola y me llamó maricón. Quería matarme."
-"Vivíamos juntos; éramos diez personas y dormíamos cuatro horas cada noche, desde las 12 a las 4 de la madrugada. Nos levantábamos y nos dábamos una ducha fría. Después meditábamos: mantras y todo lo demás. El viernes, por ejemplo, era el día “objetivo”. No podías decir cosas como, “Hace frío”, ya que eso es una apreciación subjetiva: puede que tú tengas frío, pero eso no significa que los demás también lo tengan. Tenías que eliminar cualquier signo de subjetividad, alcanzar la anti-subjetividad, dejar atrás tu ego."
-"Contraté a Óscar Ichazo, un gurú americano que estaba al frente de un grupo de proto-análisis llamado Arica y ofrecía un acceso más rápido a la “iluminación”. Decía que las distintas religiones y disciplinas esotéricas tenían sus propias técnicas para alcanzarla. La suya era un cóctel explosivo que mezclaba todo y prometía la iluminación en sólo dos meses. “Pero a ti”, me dijo, “a ti te puedo hacer llegar a la iluminación en sólo ocho horas”. Yo le dije que de acuerdo, que adelante. Le di 17.000 dólares y me llevó a un lujoso hotel en México. Charlamos un rato y entonces él sacó un pequeño paquete con polvos de color naranja, que mezcló con líquido y me hizo beber. ¡¡¡Había pagado 17.000 dólares por un poco de LSD!!! Y ni siquiera me estaba haciendo efecto. El gurú me dio entonces marihuana thai y, de repente, empecé a ver Picassos y Renoirs por la ventana. Parecía una película de Walt Disney, con colores por todas partes. Aquello duró ocho horas."
Entrevista completa en Vice Magazine
1 comentario:
Necesito 17.000 dólares
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