lunes, 11 de junio de 2007

Canto XXII de la Odisea, "La venganza", que ríete tu de Braindead!

Encontró a Odiseo entre los cuerpos recién asesinados rociado de sangre ya coagulada, como un león que va de camino luego de haber engullido un toro salvaje todo su pecho y su cara están manchados de sangre por todas partes y es terrible al mirarlo de frente. Así de manchado estaba Odiseo por sus brazos y piernas. Cuando la nodriza vio los cadáveres y la sangre a borbotones, arrancó a gritar, pues había visto una obra grande, pero Odiseo la contuvo y se lo impidió, por más que lo deseaba, y dirigiéndose a ella le dijo aladas palabras:

«Alégrate, anciana, en lo interior y no grites, que no es santo ufanarse ante hombres muertos. A éstos los ha domeñado la Moira de los dioses y sus obras insensatas, pues no respetaban a ninguno de los terrenos hombres, noble o del pueblo, que se llegara a ellos. Por esto y por sus insensateces han arrastrado hacia sí un destino vergonzoso. Conque, vamos, dime de las mujeres en el palacio quiénes me deshonran y quiénes son inocentes.»


Y al punto le contestó la nodriza Euriclea:

«Desde luego, hijo mío, te diré la verdad. Tienes en el palacio cincuenta esclavas a quienes hemos enseñado a realizar labores, a cardar lana y a soportar su esclavitud. Doce de éstas han incurrido en desvergüenza y no me honran a mí ni a la misma Penélope. Telémaco ha crecido sólo hace poco y su madre no le permitía dar órdenes a las esclavas. Pero voy a subir al piso de arriba para comunicárselo a tu esposa, a quien un dios ha infundido sueño.»

Y contestándole dijo el muy astuto Odiseo:

«No la despiertes todavía. Di a las mujeres que vengan aquí, a las que han realizado obras vergonzosas.»

Así dijo, y la anciana atravesó el mégaron para comunicárselo a las mujeres y ordenarlas que vinieran.

Entonces Odiseo, llamando hacia sí a Telémaco, al boyero y al porquero, les dirigió aladas palabras:

«Comenzad ya a llevar cadáveres y dad órdenes a las mujeres para que luego limpien con agua y agujereadas esponjas los hermosos sillones y las mesas. Cuando hayáis puesto en orden todo el palacio sacad del sólido mégaron a las mujeres y matadlas con largas espadas entre la rotonda y el hermoso cerco del patio, hasta que las arranquéis a todas la vida, para que se olviden de Afrodita, a la que poseían debajo de los pretendientes con quienes se unían en secreto.»

Así diciendo, llegaron las esclavas, todas en grupo, lanzando tristes lamentos y derramando abundantes lágrimas. Primero se llevaron los cadáveres y los pusieron bajo el pórtico del bien cercado patio, apoyándolos bien unos en otros, pues así lo había ordenado Odiseo que las apremiaba en persona. Y ellas los llevaban por la fuerza. Luego limpiaron con agua y agujereadas esponjas los hermosos sillones y las mesas. Entretanto, Telémaco, el boyero y el porquero rasparon bien con espátulas el piso de la bien construida vivienda y las esclavas se lo llevaban y lo ponían fuera. Cuando habían puesto en orden todo el palacio, sacaron del sólido mégaron a las esclavas y las encerraron en un lugar estrecho, entre la rotonda y el hermoso cerco del patio, de donde no había posibilidad de huir.


Entonces, Telémaco comenzó entre ellos a hablar discretamente:

«No podría yo quitar la vida con muerte rápida a éstas que han vertido tanta deshonra sobre mi cabeza y la de mi padre cuando dormían con los pretendientes.»

Así diciendo, ató el cable de una nave de azuloscura proa a una larga columna y rodeó con él la rotonda tensándolo hacia arriba de forma que ninguna llegara al suelo con los pies. Como cuando se precipitan los tordos de largas alas, o las palomas, hacia una red que está puesta en un matorral cuando se dirigen al nido —y en realidad las acoge un odioso lecho, así las esclavas tenían sus cabezas en fila y en torno a sus cuellos había lazos, para que murieran de la forma más lamentable. Estuvieron agitando los pies entre convulsiones un rato, no mucho tiempo.

También sacaron a Melantio al vestíbulo y al patio, cortáronle la nariz y las orejas con cruel bronce, le arrancaron las vergüenzas para que se las comieran crudas los perros, y le cortaron manos y pies con ánimo irritado.
(...)

Publicado por Phronima

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